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Uchuraccay o cuando el sol sangra



Volamos hacia el Imperio del Sol, Perú, allá donde el pueblo inca tuvo excelso protagonismo. A 4.000 metros sobre el nivel del mar se levanta una aldea de comunidad quechua llamada Uchuraccay, perteneciente a la provincia de Ayacucho (en quechua Ayacucho significa "rincón de los muertos", una terrible premonición para lo que acontecería). Uchuraccay en el año 1983 no contaba con mas de 500 personas, la mayoría analfabetos pero con unas profundas raíces indígenas plasmadas social y culturalmente. Aquella región de los Andes no era mas diferente que otras tantas en Latinoamérica pero lo que ocurrió aquella noche del 26 de Enero de 1983 la marcó para la eternidad, cambiando el nombre de Uchuraccay por el de "Aldea de la Muerte".

Perú, en aquellos primeros años de los 80, se debatía en las provincias, en las aldeas, en las calles e incluso en cada casa. Sin un rumbo fijo que seguir en cuanto a su identidad, los gobernantes trataban de modernizar el país y así adecuarlo a sus intereses mientras las comunidades indígenas se encontraban olvidadas por unos dirigentes criollos que no sentían como suyos los problemas e inquietudes que les surgían luna tras luna.
Para complicar mas el asunto Abigail Guzmán, profesor de filosofía en la Universidad, funda el Sendero Luminoso como grupo comunista dedicado a devolver la justicia social al país, perdida tiempo atrás. Ninguno de estos tres grupos en liza, Gobierno, comunidades indígenas y Sendero Luminoso, llegarón a entenderse jamás y la guerra que declaró Sendero Luminoso al Gobierno del Perú se vió recrudecida por la oposición de los comuneros indígenas a todo lo ajeno a ellos.

Sendero Luminoso cometió varias atrocidades en zonas andinas, ocupadas por poblaciones quechuas, ya que estas últimas no querían plegarse a los dictamenes de unos y otros. El recelo fue aumentando entre los comuneros que veían como nadie, excepto ellos, defendían sus tradiciones o su tierra. En una refriega entre miembros de Sendero Luminoso y los pobladores de algunas zonas de Ayacucho, se produjo la muerte un puñado de revolucionarios comunistas a manos de los indígenas cansados de sufrir injusticias. Ocho periodistas quisieron investigar que pasó realmente y deciden acercarse a esas regiones andinas. Comienza la última aventura de estos valientes...

Ningún guía quiere adentrarse en aquella zona y cuando al fin consiguen uno, las familias de los periodistas intentan echar abajo ese afán investigador. Hacen oídos sordos y siguen adelante. Se reunen la última noche en una pensión escuchando el hit de Los Jaivas "Todos Juntos", canción premonitoria. Extraños acordes musicales que predicen la gran desgracia humana: la falta de entendimiento.
Al llegar a la aldea de Uchuraccay, les reciben de muy malos modos los comuneros y pensando que eran miembros de Sendero Luminoso, al confundir sus cámaras de fotos con armas, comienzan a apalearles. 30 minutos de brutales palizas contra los ocho periodistas, el valiente guía y un indígena que intentó convencerles de su error, comunero este que era acusado de tratar y favorecer a Sendero Luminoso. Es tal el odio que profesan y la ceguera que les impulsa que estas personas mueren. Pero no solo mueren, sino que a los cadáveres les son sacados los ojos (para así no poder identificar a sus verdugos en el mas allá), se les corta la lengua en dos (para impedir que les delaten al morir), les quitan las ropas (para así pasar al valle de las sombras sin honores de ningún tipo), les quiebran los tobillos (para que no puedan caminar y por tanto perseguirles). La ropas de estos desdichados son lavadas y posteriormente incineradas, propio de los rituales andinos. Al comunero que trató de defenderles le reservaron algo mas macabro ya que era indígena como ellos, sobre su cadáver rociaron alcohol y bailaron alrededor del mismo, maldiciendo su alma en su último viaje. Estamos ante un tratamiento ritual de los cadáveres, practicado antaño por esas comunidades indígenas y reservado a sus peores enemigos. Sólo que estos pobres desdichados no eran sus enemigos ni pretendían hacerles daño siquiera. Un error provocado por la ira que habían sembrado unos y otros en las regiones andinas, al no querer plegarse a sus intereses.

Dos semanas después del suceso, una comisión, presidida por Mario Vargas Llosa, investigará estos asesinatos y destacan el tratamiento mágico-religioso de los cadáveres. Se describe el crimen como propio de una comunidad analfabeta y se desentierran los cádaveres enterrados boca abajo en fosas, las fotos tomadas son espeluznantes. Perú esta consternado, pues ya no es la brutalidad de Sendero Luminoso sino la de sus propias poblaciones indígenas, comuneros hartos de sufrir malos tratos que se cegaron por el odio.

Pero no acaba aquí esta historia truculenta, sino que 4 meses después de los asesinatos en una cueva de aquellas montañas aparece un maletín con material fotográfico pendiente de revelar. Al revelarse en Lima se dan cuenta que las fotos pertenecen a Willy Retto, fotógrafo de profesión y uno de los ocho periodistas muertos. No dejó de disparar la cámara hasta el ultimo momento de su vida y gracias a esas instantáneas sabemos que hubo un diálogo previo entre los comuneros y los periodistas. Pero no debieron entenderse ya que en seguida pasaron a los golpes, con sus aperos de labranza. La falta de entendimiento no se debe al desconocimiento de la lengua quechua entre los periodistas, ya que el guía y el comunero que trató de defenderles sabían hablarlo perfectamente. Las fotografías son tan intensas y reveladoras que Perú contiene la respiración al unísono durante unos días. No es fácil tomar fotos cuando estas apunto de morir...

Sendero Luminoso, consciente que esa venganza iba dirigida a ellos asesina a 135 indígenas o comuneros de Uchuraccay para asentar su ley en esas tierras altas. En 3 razzias consiguen dejar fantasma ese pueblo, consiguiendo el abandono de los comuneros supervivientes. Y pasa a convertirse en la Aldea de la Muerte.

Nunca ha habido 8 periodistas muertos un mismo día en ningún conflicto del mundo y seguramente nunca la ceguera ha producido tanto irracionalidad.
Esos 8 periodistas, la noche antes, en la Pensión Santa Rosita de Ayacucho escuchaban una y otra vez la canción de los Jaivas, Todos Juntos. Intentaban darse fuerzas con esos tonos y no fueron conscientes que la profecía se cernía sobre ellos:

"Si vivimos todos separados, para que son el cielo y el mar. Para que es el sol que nos alumbra si no nos queremos ni mirar. Tantas penas que nos van llevando a todos al final".

Si has llegado hasta aquí, no te pierdas la canción, cierra los ojos y transportate a esas regiones andinas. Reflexiona sobre lo relatado y siente, sobre todo siente...


http://www.youtube.com/watch?v=IjwhRRREs2s&feature=related





4 comentarios:

  1. De verdad que me estás consiguiendo sorprender, "Ojo de Casandra". Historia super interesante. Estoy esperando ansioso las futuras entradas, dispuesto a empaparme de nuevos conocimientos. Un abrazo.

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  2. Como me impresiona esta historia, por muchas veces que lea o escuche algo sobre ella no deja de impactarme, increible. Besos.

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  3. Es increible como la ignorancia puede hacer tanto , sin querer hicieron daño a personas que quisieron ayudarlos transmitiendo lo que estaba sucediendo en esa comunidad . es una pena que haya pasado esto , y que los terroristas hayan seguido matando gente vengandose de ellos.

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  4. La situación que se vivió en el Perú en aquellos años fue dramática en determinadas zonas del país, Ayacucho fue una de ellas. Fue bastante complejo porque, en este periodo de locura, era difícil saber quienes eran los culpables, quienes las víctimas y quienes la autoridad.

    Recomiendo la lectura del libro de Aase Hjelde: "Periodismo bajo terror". Es un trabajo de campo en el propio Perú recogiendo testimonios de primera mano. Excelente.

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