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ANÍBAL Y ESCIPIÓN EN ÉFESO

Al parecer Plutarco, en un volumen perdido de "Vidas paralelas", habría dejado constancia de la relación entre Escipión y Aníbal. Son líneas perdidas y por tanto no hay mas que hipótesis. Una de estas teorías sin confirmar habla de un diálogo, entre generales, en una ciudad de Asia Menor -actual Turquía- llamada Éfeso.

Muchos historiadores romanos se hicieron eco de le leyenda de Publio Cornelio Escipión y de su opuesto cartaginés Aníbal Barca (en realidad lo correcto es Baraq que significa rayo sólo que las tribus íberas compusieron para la leyenda el archifamoso Barca). Aníbal, aquel que puso en jaque a la Roma republicana, encontró la horma de su zapato en Escipión quién llevando la guerra a África, tras muchas vicisitudes, consiguió vencer a Cartago casi a sus puertas. Zama fue el final, el último escenario tras años de guerras púnicas. La historiografía tiene documentado un encuentro entre ambos generales, previo a la citada batalla de Zama, dónde pudieron medir sus fuerzas psicológicas y buscar un signo, sea de debilidad o fortaleza, en la mirada del otro. Ese encuentro caló en ambos generales pero sus naciones, Roma y Cartago, estaban condenadas a la lucha final, al último y más sangriento de los choques entre ambos ejércitos. Roma venció y comenzó así su hegemonía sobre el mundo. 

En realidad Escipión venció por su inteligencia y Aníbal fue derrotado, o vilmente traicionado, por los gobernantes de su amada Cartago. Ambos generales sufren injurias y desprecios por sus respectivos gobernantes,  ya sean los senadores romanos o los sufetes cartagineses, que siempre vieron a los dos grandes estrategas como enemigos de sus privilegios. 

Los investigadores tienen un quebradero de cabeza: durante siglos se ha difundido un segundo, y posterior, encuentro de Aníbal y Escipión en la bella ciudad de Éfeso. Lo cierto es que Aníbal estaba desterrado de Cartago y ejercía en Asia como consejero del rey sirio Antíoco III y Escipión fue enviado, junto con otros senadores, como embajador ante el rey sirio para negociar la retirada siria de Asia Menor en un enclave donde Roma tenía aliados y muchas intenciones de dominio para asegurarse el paso del Helesponto. De algo si se está seguro y es que ambos generales estaban en Éfeso en aquellos días, uno desterrado y el otro como embajador.

 Por aquellas fechas del encuentro, siglo II A.C., nuestros míticos personajes no conocieron la bella Biblioteca de Celso o el enorme teatro que hoy día siguen siendo atracción para miles de visitantes diarios. Es posible que si conocieran, entre otros edificios, una de las siete maravillas del mundo antiguo, el Templo de Artemisa. Se ha extendido, en muchas obras literarias, un posible diálogo entre ambos generales:

"Cuándo Escipión pregunta quién era para él el mejor general de todos los tiempos, Aníbal le contesta que Alejandro Magno por disponer de un ejercito pequeño y vencer a otros más numerosos en repetidas ocasiones, alcanzando costas tan lejanas que ellos sólo pueden alcanzar en sueños. La empresa acometida por Alejandro y su resultado le situan como el mejor sin duda alguna. Escipión asiente y no rebate pero, ávido de reconocimiento, le pregunta quién cree que es el segundo mejor general y obtiene una respuesta que no le agrada: Pirro, ya que enseñó a construir un campamento con la mejor posición y situación estratégica. Cuándo Escipión le pregunta quién es el tercer mejor general de todos los tiempos, la respuesta de Aníbal es él mismo. Escipión sonríe y recuerda que él le venció, acto seguido le pregunta que hubiera pasado si él, con su ejército romano, hubiera sido derrotado en Zama. Aníbal, sereno, contesta que si Cartago hubiera vencido esa decisiva batalla él sería el mejor general de todos los tiempos. El halago a Escipión, de forma indirecta, estaba servido y con ello acalló el orgullo del general romano".

Un curioso diálogo entre los dos egos más destacados del orbe antiguo. Está extraído de las "Períocas Ad Urbe Condita" de Tito Livio. Leyenda o realidad, nos muestra a dos militares inteligentes que gracias a su sagacidad tuvieron el mundo en sus manos. La posterior batalla de Magnesia confirmaría a Roma cómo la potencia a temer y respetar. Pero la historia les reservó, a ambos generales, el mismo final en sus caminos. Una muerte trágica, amarga y propia de las tragedias griegas que tanto apasionaban a Escipión, fue el denominador común de Escipión y Aníbal. Muertes que eran consecuencia de la traición de sus patrias, a las que tanto habían aportado en el pasado. Pero esto es otra historia...

Hoy día, al pisar Éfeso, uno siente temblar la historia a sus pies. Mientras se camina por las calles y se contempla la bella arqueología de sus restos, Aníbal y Escipión toman forma en cualquier esquina, en cualquier recodo, en cualquier resto pétreo y le llevan a uno a pensar que realmente ambos generales comparten aura y gloria ya que sus biografías son similares en condicionantes y trascendencia. Quizás "Vidas Paralelas" de Plutarco nunca tuvo tantas similitudes en sus personajes...quizás porque ese texto no existe hoy día...

Despues de haber paseado por Éfeso, así como leído la grandeza de sus vidas, mi reflexión es que los héroes se forjan en épocas muy dispares en el tiempo y el mundo de aquellos años de la II Guerra Púnica tuvo la suerte de disfrutar, de manera excepcional, con dos héroes coincidiendo en vida. La mística y lo legendario no son un velo para tamañas hazañas realizadas en Hispania, Italia, África e incluso Asia. Por tanto el veredicto final es que, junto a Alejandro Magno, son los tres grandes generales del mundo antiguo y quizás de la historia. El orden es indiferente pues sólo los Dioses, ya sea Zeus, Júpiter o Baal, pueden mirar a los ojos a semejantes especímenes humanos. Enormes y llenos de gloria, cómo la ciudad de Éfeso.




YUGOSLAVIA FUE ASESINADA





Llamada por croatas, serbios y eslovenos: Jugoslavija, escrita en macedonio y serbio cirílico: Југославија. Yugoslavia nació en 1918, después de la I Guerra Mundial que se había gestado en su seno -concretamente en Sarajevo- con el asesinato del archiduque austriaco Francisco Fernando, para morir muy joven durante el final del siglo XX. Europa arrastró a los Balcanes a todos los conflictos modernos y contemporáneos -incluso muchos de los medievales- y eso propició que todo un crisol de culturas, razas y religiones se asentaran en esta zona. 

Yugoslavia primero fue un Reino, plagado de dificultades que fue arrastrado, como otras naciones inestables, al apocalipsis de la II Guerra Mundial. Después, el Mariscal Tito rescata Yugoslavia de sus cenizas para crear una República Socialista que dividió la nación o Federación en seis repúblicas: Serbia que siempre fue el motor y el corazón de Yugoslavia con sus problemas en Kosovo siempre latentes, Croacia que después de apoyar a los nazis quería quitarse el sambenito de Ustachis, Bosnia-Herzegovina que acogía una amplia población musulmana, Montenegro cómo la más fiel aliada de los serbios, Eslovenia cómo la república más próspera, económicamente hablando, de la Yugoslavia socialista y Macedonia siempre en conflicto con Grecia por usar - y no tener nada que ver - el nombre de un territorio histórico dónde se gestó la leyenda de Alejandro Magno.

Estos fueron los actores que, durante más de 40 años, crearon un modelo único en el globo terráqueo de gestión y burocracia. Eran comunistas, pero sin duda alguna Yugoslavia era el país más abierto a Occidente del antiguo bloque oriental (dominado por los soviéticos). La auto-gestión era una de sus grandes virtudes en el modelo socio-económico y ello junto a la forma de convivir de musulmanes, católicos u ortodoxos convirtió a Yugoslavia en un tercer modelo de los años 60-70 frente a EEUU y la URSS. Diferentes etnias, que durante años habían pugnado por franjas territoriales y lugares sagrados en su tradición, asumían el orden establecido por Tito, el verdadero padre y artífice de la Yugoslavia moderna. Toda una personalidad que no dudó en enfrentarse a la URSS y mantener así su independencia como país socialista.

Pero con la muerte de Tito afloran de nuevo los problemas. Una clase política nada contemporizadora, ávida de fama y reconocimiento público, quiso dar voz a las minorías exaltadas en cada una de las 6 Repúblicas que formaban Yugoslavia. Esto es importante subrayarlo, todos fueron culpables: Serbia porque se dejó arrastrar por la promesas vanas y orgullosas de Milosevic. Croacia porque dejó que el nacionalismo desbordará el vaso de la hermandad con el resto de repúblicas yugoslavas y no dudó en pactar con serbios o bosnios a su antojo y egoísmo propio. Eslovenia porque fue la primera, seguida por Croacia, en bajarse del barco sin ni siquiera proponer nada. Macedonia porque fue un mero espectador hasta que le convino abandonar "la sala". Montenegro porque durante años alentó una amistad eterna a Serbia que en los momentos de la verdad, cuándo había que votar para salvar Yugoslavia, se tornó falsa. Bosnia porque se avivó, con intereses ocultos, el fuego entre su etnia musulmán y el nacionalismo de los serbo-bosnios.

Todos tuvieron miedos, recelos y envidias del otro. Es cierto que la bonanza económica vivida con Tito había pasado, que la crisis económica golpeaba el país y que la autogestión se hacía incompatible, socialmente hablando, con el modelo americano basado en un consumismo voraz -que ya triunfaba en todo el globo- pero la posibilidad de supervivencia la tuvieron en sus manos si hubieran apostado por una Yugoslavia unida. Una Yugoslavia que sólo tenía que avanzar en la nueva idea ecónomica de libre mercado para seguir creciendo; ya mantenía relaciones con Latinoamérica, Europa o África y sólo era cuestión de explotarlas más así como unir nuevos socios comerciales.

Uno tiene la sensación que Yugoslavia, al no estar alineada en la OTAN o el Pacto de Varsovia, fue derrocada por influencias extranjeras que veían con recelo el modelo social yugoslavo no basado en sus principios. Además si a esto le sumamos, como hemos dicho, los nacionalismos internos dirigidos por seres humanos sin escrúpulos, la crisis económica y la falta de políticos carismáticos -estrechos de miras y tendentes al regionalismo- en el país el cóctel estaba servido...para explotar.

Hay una anécdota, sobre el nacionalista serbo-bosnio (serbios nacidos en Bosnia) Radovan Karadzcic que resume la falta de escrúpulos y el calado moral del nacionalismo en Yugoslavia. En 1995 y acosado por las fuerzas bosnias, Karadzic, compra a unos terroristas africanos una muestra de "Mercurio Rojo" por importe de 6 millones de dólares. Cuándo el material comprado es analizado por científicos se dan cuenta que han sido estafados y se trata sólo de gelatina roja. En realidad el Mercurio Rojo no existe, es una invención proveniente de leyendas en la URSS, pero si existiera sería algo así como pequeñas bombas atómicas con una gran potencia, un arma de destrucción masiva en definitiva. Mas allá de la burla y el engaño este hecho demostró hasta dónde estaba dispuesto a llegar el nacionalismo. Croatas o musulmanes bosnios tampoco quedan exonerados en estas líneas. Nadie se libra en este juicio porque todos asesinaron a Yugoslavia con sus triviales disputas y mataron así la existencia de un nuevo modelo de libertad.

A los amantes del deporte, que sean conscientes de los 70`, 80` y 90`, les queda un poso de amargura al recordar las generaciones perdidas de deportistas en la mayoría de especialidades: fútbol con aquel maravilloso Estrella Roja de Belgrado, baloncesto con aquella pléyade de estrellas que consiguieron europeos, mundiales e incluso un oro olímpico o el balonmano también cargado de éxitos. Concretamente enel Mundial de Basket del año 1990, en Argentina, ocurre un hecho significativo: mientras los jugadores yugoslavos celebran el título salta un espontáneo con una bandera de Croacia, esto provoca que el serbio Divac se encaré con él y su bandera en defensa de Yugoslavia; este gesto provocará enemistad futura entre los jugadores croatas -como Kukoc o Petrovic- y Divac. Una generación de oro que hubiera sido capaz de ganarlo todo se rompía esa tarde por una bandera; es el último momento triunfante para la bandera Yugoslavia.

Aquel país que de niños veíamos como Yugoslavia, hoy día está fragmentado por la guerra. Quizás no fuera el referente de lo excelso o el único modelo a seguir pero al menos era algo diferente a lo común. Que estas líneas valgan como homenaje a Yugoslavia.