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ANJA NIEDRINGHAUS NUNCA SERÁ OLVIDADA

Dicen los que la conocieron en vida que su risa era contagiosa, su forma de afrontar los problemas ejemplar pero, sobre todo, su humanidad era inmensa. Cómo inmenso es el vacío que deja Anja Niedringhaus en el ámbito de la fotografía en conflictos bélicos. 

Su cámara era el reflejo exótico del espanto y la belleza a partes iguales. En Yugoslavia, Irak, Libia, Pakistán y finalmente Afganistán, donde se encontraba al morir tiroteada, tomando instantáneas que reflejaban las últimas elecciones de aquella antigua república soviética tan convulsa en las últimas décadas.

Esta alemana de 48 años comentaba a sus allegados que estar en su país, sin guerra y acompañada de su familia, llegaba a hacerle sentir culpable. Y ello era así porque en el otro lado del mundo su cámara, sus fotografías, podían estar dando testimonio de injusticias, desigualdades y situaciones cotidianas ajenas al mundo occidental que servirían a este último para tomar conciencia e incluso ayudar si fuera preciso.

Para que todo su afán no muera con ella, para que su trabajo siga sirviendo con el mismo fin que ella perseguía y, por qué no decirlo, por la belleza misma de su fotografía, tendremos siempre su blog personal con gran parte de su obra:





Hoy la humanidad resta por su pérdida pero ojalá sumemos en el futuro gracias a su ejemplo.